La soledad que habita el alma

La soledad que habita el alma

Vivimos en un mundo cada vez más conectado, pero paradójicamente, más solo, la soledad ha dejado de ser una experiencia ocasional para convertirse, en muchos casos, en un estado persistente del alma, no hablamos únicamente de estar sin compañía física, sino de una soledad más profunda la de no sentirse visto, escuchado ni comprendido, ni siquiera por uno mismo.

Este artículo busca explorar las raíces de la soledad; ¿Qué es realmente la soledad? ¿Por qué se instala en algunos como una herida permanente? ¿Qué función cumple en la vida psíquica?

Desde la psicología, la soledad es entendida como la percepción subjetiva de desconexiónemocional o social, es la sensación de no tener a quién acudir, de no ser parte de ningún lazo verdaderamente significativo, una persona puede estar rodeada de gente y aun así sentirse profundamente sola.

Desde el psicoanálisis, la soledad se vincula con una dimensión estructural del sujeto, Freud hablaba del Hilflosigkeit —el desamparo original—: ese momento en que el bebé, completamente indefenso, depende del Otro (la madre, el padre, quien cuida) para sobrevivir. Esa experiencia funda la psique humana y deja una marca que, de una u otra forma, siempre nos acompaña.

Lacan profundiza esta idea al decir que el ser humano está “dividido” por el lenguaje, lo que deseamos, lo que somos, está mediado por palabras que nunca alcanzan del todo. Esa distancia entre, lo que somos y lo que podemos nombrar, entre lo que sentimos y lo que podemos compartir, es también una forma de soledad.

En la infancia, los vínculos de apego son fundamentales para el desarrollo emocional, un niño que no fue mirado, sostenido emocionalmente o escuchado, crecerá con una sensación de vacío interior, no aprenderá a confiar en los demás ni en su propio valor. La soledad, entonces, no es una elección, sino una consecuencia.

Desde lo clínico entendemos que muchas personas se aíslan como defensa frente al dolor, temen ser heridos si se abren emocionalmente, no soportan la diferencia del otro y lo rechazan antes de vincularse, tienen un narcisismo tan frágil que cualquier relación los confronta con sus propias carencias. Así, la soledad se vuelve una defensa contra el deseo, contra la angustia de depender, de amar, de perder.

Muchas personas no pueden salir de su soledad porque la repiten como una historia psíquica no resuelta, si el único modo de estar en el mundo fue sentirse solo, ignorado o no necesitado, es probable que, incluso inconscientemente, busquen esa misma posición una y otra vez, lo familiar, incluso si duele, se vuelve una zona de confort.

Aquí menciono dos tipos de soledad: la soledad emocional aparece cuando no hay vínculos reales, relaciones donde no hay escucha, no hay intimidad, solo presencia superficial. Y la soledad existencial, en cambio, es estructural, nadie puede vivir por nosotros, decidir por nosotros, morir por nosotros. Somos, en esencia, seres solitarios frente a nuestra propia vida,
Aceptarlo no es deprimente, es profundamente humano.

Pero lo importante no es cómo quitar la soledad, sino cómo escucharla. ¿Qué me está diciendo?, ¿Qué deseo estoy negando?, ¿A quién espero que venga a salvarme?, ¿Qué historia se repite en esta soledad?

El proceso terapéutico te permite nombrar lo innombrado, resignificar la historia personal y crear nuevas formas de vínculo, primero con uno mismo y después con los demás.

“La soledad no siempre es estar sin otros, a veces es estar sin uno mismo, sin un lugar dentro, sin palabras, sin deseo.”

Afm.

Acerca de @hadlapsic

Mi nombre es Davyd, desde la adolescencia me he desarrollado en el ámbito de la tecnología de la información. Soy desarrollador, pero también creador de contenido. Me gusta el arte, la música, los viajes, la ciencia, la psicología, la fotografía aunque no he incursionado mucho aun en esto último, pero en estos próximos cinco años lo haré.
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