El estrés es sin duda una palabra muy escuchada en la actualidad, es común escuchar a alguien en la familia, trabajo o con amigos decir “estoy muy estresad@“, pero ¿realmente tenemos conciencia de que es?
El estrés es normal en nuestro cuerpo hasta cierto punto, ya que su finalidad es advertirnos de algún peligro existente en el exterior, por ejemplo, si vamos caminando de noche por una calle obscura, lo normal es que el nivel de estrés se eleve y ello active diversas áreas cerebrales que nos permitan mantenernos alerta; de tal forma que podamos caminar de prisa o ir más atentos del entorno por si existiera algún peligro. Lo esperado es que posteriormente, nuestro nivel de estrés disminuya y podamos volver a la cotidianidad de forma más tranquila.
Sin embargo, en ocasiones nuestros pensamientos tienen la capacidad de generar situaciones que eleven nuestro nivel de estrés, puede ser que los pensamientos tomen elementos de la realidad pero que la mente los haga más grandes y ello incrementar nuestro estrés. Por ejemplo, pude tener un mal día en el trabajo y como consecuencia recibir algún llamado de atención de mi jefe, a partir de esto mi mente comienza a “sobre pensar” y me lleva a concluir que “podrían despedirme por ello” cuando en realidad lo único que ha pasado es “tuve un mal día en el trabajo”.

Es en este momento cuando el nivel de estrés permanece alto y nos percatamos de ello por la aparición de diversos síntomas físicos, tales como: problemas estomacales, dolores musculares, insomnio, dolor de cabeza, entre otros. Y si efectivamente en este punto ya estás estresado, por ello que lo que vale la pena es preguntarte si ¿realmente la situación que vivencias vale la pena el peso que tu mente le está otorgando?, en caso de que tu respuesta sea no, es buen momento para ir disminuyendo el peso que le estás dando, ya que estás empleando una herramienta (el estrés) que sirve para ponerte a salvo, de forma incorrecta.
Si bien existen diversas actividades para contrarrestar el estrés (ejercicios de meditación, respiración o cualquier tarea que sirva de relajación), también será importante pensar ¿Por qué sobre piensas? ¿Desde que etapa de tu vida comenzaste a utilizar esta “estrategia” de ver todos los escenarios posibles o pensar de forma catastrófica? ¿Cómo respondía tu familia a situaciones de conflicto? ¿Qué estrategias tienes tú para resolver problemas?
Estas preguntas podrán llevarte al origen y con ello comenzar a elaborar una nueva historia en la que puedas emplear el estrés solo como un elemento que te ponga a salvo y no emplearlo de forma cotidiana, pues ello puede deteriorar tu salud física y mental, recuerda que siempre pueden existir caminos diferentes a los que conocemos para afrontar el mundo.
Alejandra Clavijo