Soltar es una de las experiencias más complejas del ser humano, cuantas veces hemos escuchado esa frase “Ya suéltalo o ya déjalo ir”, pero cuesta mucho trabajo porque nos aferramos a relaciones, ideas, expectativas y recuerdos, a veces sin darnos cuenta de que el apego excesivo puede convertirse en una trampa mental. Pero, ¿qué significa realmente soltar? más allá del simple «dejar ir», soltar implica un trabajo interno profundo que atraviesa el duelo, la repetición y la simbolización.
En Duelo y melancolía Freud describe el proceso psíquico que enfrentamos cuando perdemos algo significativo, el duelo es una labor interna donde la mente o el mundo interno debe reacomodarse sin aquello que perdió, cuando este proceso se bloquea, surge la melancolía, una fijación inconsciente que impide avanzar. Soltar, en este sentido, no es olvidar, sino aprender a vivir sin que la ausencia se convierta en un vacío insoportable.
Muchas veces, no logramos soltar porque estamos atrapados en un patrón repetitivo inconsciente, Freud explicó que, sin darnos cuenta, podemos recrear situaciones dolorosas una y otra vez, como si estuviéramos reviviendo el pasado sin poder salir de él. Esto puede manifestarse en relaciones tóxicas, pensamientos negativos recurrentes o decisiones que nos llevan al mismo tipo de sufrimiento, aunque parezca extraño, a veces nos aferramos al dolor porque nos resulta familiar y nos da una sensación de identidad. En estos casos, soltar no es solo cuestión de voluntad, sino de comprender qué nos ata a esa repetición.
Como bien lo dice Lacan, soltar implica darle un nuevo significado a la experiencia vivida, no basta con querer olvidar o alejarse físicamente de una situación; es necesario entenderla, ponerla en palabras y encontrarle un sentido diferente. Sin este proceso, lo que no soltamos regresa de diferentes maneras, ya sea a través de nuevas experiencias similares o en síntomas emocionales como ansiedad o tristeza profunda.
Soltar no es debilidad ni resignación; es un acto de valentía, implica aceptar que la vida es movimiento, que lo que una vez fue necesario puede dejar de serlo, y que aferrarse al pasado solo impide construir el presente. Soltar es confiar en que lo que sigue puede ser diferente y, quizás, mejor.
Como decía Freud, «cuando ya no podemos cambiar una situación, nos enfrentamos al desafío de cambiarnos a nosotros mismos». Y ese, sin duda, es el verdadero arte de soltar.
AFM.